martes, 16 de marzo de 2010

CAPÍTULO 4. EL PRETEST

Sube el telón. Mr. Proper pasea inquieto por el salón del apartamento. De pronto, la puerta de la calle se abre y Mimosín entra en la casa.

Mr. Proper:

(Muy enfadado) ¡Hombre, por fin! ¿Se puede saber donde has estado? ¡Llevo tres días con sus noches sin saber nada de ti!

Pero Mimosín no contesta. Nada más cruzar el umbral, se desploma en el suelo. Tiene un aspecto realmente desolador, como si acabara de salir de una sala de interrogatorios estalinista. Su cuerpo, despeluchado, está completamente lleno de moratones. Lleva un ojo colgando, le falta una pata y otra la tiene medio descosida, prácticamente desprendida del cuerpo. Mr. Proper, sumamente alarmado, acude a socorrerle.

Mr. Proper:

¡Oh Dios mío!, ¿pero qué te han hecho?

Mimosín:

Un… un pretest.

Mr. Proper:

(Los ojos se le llenan de lágrimas) No, eso no, ¡¡Dios!!, ¿porqué?

Mimosín:

Dijeron… dijeron que el Corderito de Norit nos había ganado la batalla de la suavidad. Dijeron que… que los peluches ya… ya no enternecíamos a las mujeres. Y decidieron que… había que afeitarme por completo.

Mr. Proper:

Pero… te faltan un ojo y una pata. Y la otra la tienes medio arrancada…

Mimosín:

Dijeron que la única posibilidad… que tenía para… para volver a conquistar el corazón de las… señoras, es que me volviera tullido, ya sabes, con unas cuantas… taras físicas. Pensaban dejarme ciego, pero finalmente se… se conformaron con un solo ojo y optaron por centrarse en mis… extremidades. Aún no han decidido si… si me pondrán una pierna ortopédica o si a partir de ahora tendré que ir en silla de ruedas. Tal vez hagan otro pretest para eso.

Mr. Proper:

Canallas…

Mimosin:

Estoy horrible. Ahora seguro que me abandonarás para volver con el Gigante verde.

Mr. Proper:

El gigante verde ya no es gigante. Ni verde. Le hicieron un pretest hace dos semanas. Ahora es el Enano rojo.

Mimosín:

Vaya…

Mr. Proper:

¿Porqué?, ¿Cómo pueden ser las amas de casa tan crueles?

Mimosín:

Ellas no tienen la culpa. Ya… ya sabes como son esas reuniones. Todas piensan que cuanto más hablen, más posibilidades hay de que las vuelvan a llamar, así que sueltan todas las tonterías que se les pasan por… la… la cabeza. Estamos en crisis. La gente hace lo que sea a… cambio de treinta euros y una coca cola.

Mr. Poper:

Anda, no hables más… ven. (le coge delicadamente en brazos y le lleva hacia el dormitorio)

Mimosín:

Ahora soy calvo, como tu. ¿A que me hace más delgado?

Mr. Proper:

(Sin mirarle, para que no se de cuenta de que los ojos se le han vuelto a empañar) Si… más delgado.

El telón empieza a bajar lentamente, y mientras lo hace, comienza a sonar “Killing me softly”, pero no en la versión de Pitingo, sino en la mítica, la de los anuncios de Mimosín, ¿se acuerdan? “En los momentos felices, que compartes con amor, no hay nada que sea tan suave como la suavidad… de tu amor…”

martes, 9 de marzo de 2010

CAPITULO 3. LA FIESTA DE DESPEDIDA

Sube el telón. Mimosín está sentado en una butaca en el salón de su casa leyendo el Interviú. Suena la llave en la cerradura y se abre la puerta de la calle. Mr. Proper entra. Se quita el abrigo y se sienta derrotado en el sofá.

Mimosín:

(sin prestarle mucha atención) ¿Qué tal?

Mr. Proper:

Pues como todas las fiestas de despedida: llegas, repartes abrazos, intercambias comentarios sobre lo mal que está la cosa - dejando claro, eso si, que a ti te va estupendamente - , luego pasas a la fase de recordar anécdotas del pasado, y finalmente, en el momento en que se acaban los tickets de copas, te acuerdas de repente de que tienes algo mañana a primera hora y te escabulles sin despedirte.

Mimosín:

Y él, ¿cómo estaba?

Mr. Proper:

¿Quién, el payaso? Pues ya te puedes imaginar, toda una vida currando para Micolor, y de buenas a primeras, un buen día, te dicen que ya no te necesitan y te ponen en la calle.

Mimosín:

¿Y qué piensa hacer?

Mr. Proper:

Pues lo típico, dice que va a estar unos meses sin hacer nada y luego se pondrá a buscar.

Mimosín:

Pues lo tiene crudo.

Mr. Proper:

Si, no hay muchos anunciantes que utilicen payasos en su publicidad.

Mimosín:

¿McDonalds?

Mr. Proper:

McDonalds ya tiene un payaso. No creo que necesite otro. Es más, seguro que también acaban despidiéndole. Es el signo de los tiempos, la externalización. ¿Para que vamos a tener al payaso este en plantilla? Le echamos y cuando le necesitemos, le llamamos, le contratamos un par de días y listo.

Mimosín:

Es verdad, y además ahora podrán elegir entre Ronald y el del traje desteñido. Así pueden negociar a la baja y todo.

Mr. Proper:

No se, a mi todo esto me preocupa mucho. Tu y yo podemos ser los siguientes.

Mimosín:

Bueno, pero tu no tendrías problemas. Los calvos gustan mucho en publicidad.

Mr. Proper:

¿Tu crees?

Mimosín:

Pues claro, mira el de la Lotería. Yo en cambio, si que lo tengo difícil. ¿Quién necesita ositos de peluche? Hombre, si me apoyo en un bonsai puedo hacer de logotipo de Cajamadrid…

Mr. Proper:

Por cierto, el Payaso de Micolor me ha contado un proyecto que tenía: montar una central de personajes de publicidad.

Mimosín:

Pues no está mal pensado. Es la era de las centrales y los costcontrollers. Yo, la verdad, no lo entiendo muy bien. ¿Cómo es posible que la solución para la crisis sea sumar intermediarios?

Mr. Proper:

Bueno, es un problema de falta de confianza. Hay que mirar más la pela y ya se sabe, los anunciantes no se fían de las agencias, las agencias no se fían de las productoras… Y de nosotros, pobres logotipos humanizados, no se fían ni unos ni otros.

Mimosín:

Ya, y como no te fías de alguien que conoces de toda la vida, decides fiarte de alguien que no conoces de nada. Sigo sin entenderlo. Pero oye, hablando de desconfianza, me parece percibir un cierto aroma a maíz en conserva, ¿no te habrás vuelto a enrollar con el Gigante Verde?

Mr. Proper:

Oh, vamos, no empieces otra vez con eso.

Mimosín:

(Enfurruñado) Estas fiestecitas las carga el diablo.

Mr. Proper hace un gesto de resignación. Baja el telón.