Mr. Proper:
(Muy enfadado) ¡Hombre, por fin! ¿Se puede saber donde has estado? ¡Llevo tres días con sus noches sin saber nada de ti!
Pero Mimosín no contesta. Nada más cruzar el umbral, se desploma en el suelo. Tiene un aspecto realmente desolador, como si acabara de salir de una sala de interrogatorios estalinista. Su cuerpo, despeluchado, está completamente lleno de moratones. Lleva un ojo colgando, le falta una pata y otra la tiene medio descosida, prácticamente desprendida del cuerpo. Mr. Proper, sumamente alarmado, acude a socorrerle.
Mr. Proper:
¡Oh Dios mío!, ¿pero qué te han hecho?
Mimosín:
Un… un pretest.
Mr. Proper:
(Los ojos se le llenan de lágrimas) No, eso no, ¡¡Dios!!, ¿porqué?
Mimosín:
Dijeron… dijeron que el Corderito de Norit nos había ganado la batalla de la suavidad. Dijeron que… que los peluches ya… ya no enternecíamos a las mujeres. Y decidieron que… había que afeitarme por completo.
Mr. Proper:
Pero… te faltan un ojo y una pata. Y la otra la tienes medio arrancada…
Mimosín:
Dijeron que la única posibilidad… que tenía para… para volver a conquistar el corazón de las… señoras, es que me volviera tullido, ya sabes, con unas cuantas… taras físicas. Pensaban dejarme ciego, pero finalmente se… se conformaron con un solo ojo y optaron por centrarse en mis… extremidades. Aún no han decidido si… si me pondrán una pierna ortopédica o si a partir de ahora tendré que ir en silla de ruedas. Tal vez hagan otro pretest para eso.
Mr. Proper:
Canallas…
Mimosin:
Estoy horrible. Ahora seguro que me abandonarás para volver con el Gigante verde.
Mr. Proper:
El gigante verde ya no es gigante. Ni verde. Le hicieron un pretest hace dos semanas. Ahora es el Enano rojo.
Mimosín:
Vaya…
Mr. Proper:
¿Porqué?, ¿Cómo pueden ser las amas de casa tan crueles?
Mimosín:
Ellas no tienen la culpa. Ya… ya sabes como son esas reuniones. Todas piensan que cuanto más hablen, más posibilidades hay de que las vuelvan a llamar, así que sueltan todas las tonterías que se les pasan por… la… la cabeza. Estamos en crisis. La gente hace lo que sea a… cambio de treinta euros y una coca cola.
Mr. Poper:
Anda, no hables más… ven. (le coge delicadamente en brazos y le lleva hacia el dormitorio)
Mimosín:
Ahora soy calvo, como tu. ¿A que me hace más delgado?
Mr. Proper:
(Sin mirarle, para que no se de cuenta de que los ojos se le han vuelto a empañar) Si… más delgado.
El telón empieza a bajar lentamente, y mientras lo hace, comienza a sonar “Killing me softly”, pero no en la versión de Pitingo, sino en la mítica, la de los anuncios de Mimosín, ¿se acuerdan? “En los momentos felices, que compartes con amor, no hay nada que sea tan suave como la suavidad… de tu amor…”