sábado, 23 de julio de 2011

CAPÍTULO 20. EL PUTO HIJO PRÓDIGO


Primer acto. El secuestro

Sube el telón. Estamos en una estación de tren. En primer término vemos uno de esos relojes que además de la hora señalan la fecha. Son las 11 de la noche del 23 de diciembre. El andén está casi desierto. De pronto, de detrás de una columna surge una figura. Es un tipo extremadamente pequeño. Viste de negro de los pies a la cabeza: botas militares, pantalón, jersey de cuello vuelto y pasamontañas. A una señal suya, aparecen otros tres personajes, ataviados de la misma guisa. Pero a diferencia del primero, estos tres son extremadamente corpulentos.

Un tren acaba de llegar, y de uno de los compartimentos baja un sonriente joven, de unos veintitantos años. Lleva una bolsa de viaje a su espalda. Comienza a caminar por el andén. Nada más verle, el individuo bajito mira a los otros tres y asiente con la cabeza. Entonces, el trío de forzudos se abalanza sobre él. Uno de ellos le introduce un pañuelo en la boca, otro le coloca un saco en la cabeza y el tercero lo carga sobre sus hombros. Sin mediar palabra, desaparecen de nuevo tras la columna. El enano, tras asegurarse de que nadie les ha visto, hace lo propio. Baja el telón.


Segundo acto. La parábola

Sube el telón. Nos encontramos en el interior de una enorme nave abandonada. Uno de esos almacenes en desuso que suele haber cerca de las estaciones de tren. Está completamente vacío, lleno de polvo. Ventanas rotas y paredes grafiteadas. En el centro de la nave, hay una silla. Y atado a ella, revolviéndose inútilmente, vemos al secuestrado. Sigue llevando el saco en la cabeza y trata de gritar, pero el pañuelo que lleva dentro de la boca, ahoga sus alaridos. El sujeto bajito está entregando a cada uno de sus secuaces un bate de béisbol. Pero entonces, uno de los grandullones se quita el pasmontañas y descubrimos su identidad. Es el Gigante verde. Se dirige al pequeñajo.


GIGANTE VERDE:

Un momento, un momento, tío. Mira, sabes que soy tu amigo, incluso más que eso, y haría lo que fuera por ti, pero antes de darle una paliza a este señor, me gustaría saber por que lo hago.

Al escuchar esto, el segundo forzudo se quita también el pasamontañas. Es Mister Proper.

MR. PROPER:

(Al Gigante Verde, con retintín) Incluso más que eso… ¿Es necesario que cada dos por tres nos recuerdes a todos que te follaste a mi novio?

GIGANTE VERDE:

Joder Proper, no te pongas así, sólo trataba de decir hasta que punto me siento unido a él.

El tercer hombretón también se descubre. Es el primo de Zumosol. Se dirige al minúsculo líder.

PRIMO DE ZUMOSOL:

Yo estoy con el Gigante. Deberías explicarnos quién es este.

Entonces, el enano se arranca el pasamontañas y lo arroja rabiosamente al suelo. Es Mimosín.

MIMOSÍN:

(cabreado) ¡Manda huevos que los tres tíos más cachas que conozco sean también los más maricones!

MR. PROPER:

Hombre Osito, es que…

MIMOSÍN:

Vale, vale, os lo contaré. A ver, ¿conocéis la Parábola del Hijo pródigo?

PRIMO DE ZUMOSOL:

¿La de la Biblia?

MIMOSÍN:

Esa misma. Os la recordaré por si acaso. Un padre tiene dos hijos y un día, el pequeño, que tiene un morro considerable, va y le dice: papá, adelántame la mitad de la herencia que me corresponde, que me voy a vivir la vida. Tras pulirse toda la pasta en putas y farlopa, el tío vuelve a casa con el rabo entre las piernas. Y el padre, que, todo hay que decirlo, es un gilipollas, va y le monta un fiestón de bienvenida. La parábola se acaba ahí, pero como os podéis imaginar, en cuanto acaba la fiesta, el muy hijo de puta le levanta a su viejo el resto del dinero y vuelve a desaparecer. Nunca he entendido esta gilipollez de parábola. Lo que tenía que haber hecho el padre era darle una buena mano de hostias a su hijo. Pero no, le organizó una fiesta. Toda mi vida me han repateado estos tíos, porque siempre se salen con la suya… Hasta hoy. Porque este infeliz que tenéis delante y que, a juzgar por el aroma que desprende, se acaba de cagar encima, no es otro que el puto hijo pródigo de la publicidad. Mientras nosotros curramos como cerdos cada jodido día de nuestras vidas, este capullo se limita a volver a casa una vez al año, por Navidad. Se pone ciego de langostinos, le saca los ahorros a sus abuelos, y antes de que su madre quite el Belén ya se ha vuelto a pirar.

PRIMO DE ZUMOSOL:

¡Es el del Almendro!

MR. PROPER:

Pues a mi siempre me ha molado la canción… (canturrea) Vuelve, a casa, vuelve…

PRIMO DE ZUMOSOL:

(Mirando a los lados) Oye, ¿dónde está el Gigante verde?

GIGANTE VERDE:

(Volviendo de entre las sombras) Aquí estoy. He ido a buscar una tabla con clavos oxidados, que el bate de béisbol me sabe a poco.

MIMOSÍN:

(Blandiendo su bate) Muy bien, amigos. Al turrón.

Baja el telón. De fondo, suena el jingle de El Almendro.

martes, 19 de julio de 2011

CAPITULO 19. LA MILI


Sube el telón. 12 de la noche. Dormitorio del apartamento que comparten Mimosín y Mister Proper. En la cama, Mimosín navega distraídamente con su i-pad. A un lado de la estancia, vemos la puerta del cuarto de baño, que está abierta. Dentro, Mister Proper, en pijama, termina de cepillarse los dientes ante el lavabo

MIMOSÍN:

Oye, ¿tu que opinas de esto de que las granes empresas como Repsol o Endesa tengan perfiles en Facebook, Twitter… ?

MR. PROPER:

(desde el baño) Bueno, no me parece mal. Sus clientes están ahí y ellos quieren estar cerca.

MIMOSÍN:

Pues a mi, qué quieres que te diga, me parece una gilipollez. Alguien les ha metido en la cabeza a los anunciantes eso de la importancia del diálogo con la marca y los directores de marketing están como locos intentando triunfar en las redes sociales. ¿Pero quien quiere dialogar con una marca? Las personas quieren hablar con personas, no con logotipos.

MR. PROPER:

Hombre, en todo caso, deberíamos ser nosotros, los personajes de los anuncios, quienes entablaramos ese diálogo. Al fin y al cabo, somos lo más parecido que hay en el mundo de las marcas a los seres humanos. Nosotros comemos, follamos, cagamos, hacemos la mili…

MIMOSÍN:

¿Tu hiciste la mili?

MR. PROPER:

Toma, claro. En el regimiento del Coronel Tapioca. Un infierno. Ese tío era un enfermo del material. Cada dos por tres, revisión sorpresa. Y hay de ti como te faltara la linterna, la brújula o la cantimplora. Te caía un arresto de cien pares de cojones. Pero el peor no era él. Los peores eran sus subordinados: el sargento Duracel y el Alférez Johnnie Walker. Esos dos estaban obsesionados con el tema del desfile. Te podían tener un día entero desfilando. No se cansaban nunca.

MIMOSÍN:

Yo pensé que te gustaban los desfiles.

MR. PROPER:

Si, pero los de Karl Lagerfield, no estos.

MIMOSÍN:

Pues a mi me tocó en cocina, con el Coronel de Kentuky Fried Chicken y el Capitán Pescanova.

MR. PROPER:

Eso no parece tan duro.

MIMOSÍN:

No, pero te ibas a tu casa los fines de semana con un olor a fritanga que no desaparecía hasta la quinta o sexta ducha.

MR. PROPER:

¿Lo ves? A la gente le encantaría hablar con nosotros, porque nos pasan las mismas cosas que a ellos. El logo de Unión Fenosa nunca ha olido a fritanga, por eso no puede entenderse con las personas. Deberían dejar que tu y yo nos hiciéramos perfliles en Facebook. Seguro que en un par de días tendríamos miles de amigos.

MIMOSÍN:

¿Y tu para que quieres amigos, si me tienes a mi?

MR. PROPER:

Si, hasta que te aburras de estar conmigo.

MIMOSÍN:

¿Aburrirme? Anda, ven a la cama… ¡y desfilando!

Baja el telón

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jueves, 14 de julio de 2011

CAPITULO 18. EL ARCA DE PROPER


Sube el telón. Son las 3 de la mañana. Estamos en el dormitorio del apartamento que comparten Mimosín y Mister Proper. Semioculto bajo las sábanas, Mimosín duerme. Mister Proper, muy cinematográficamente apoyado en el alfeizar de la ventana, fuma un cigarrillo a la luz de la luna. Está desvelado. De repente, un rayo de luz ilumina la estancia y, como teletransportado desde otra dimensión, el espíritu de Bill Bernbach se materializa sobre la moqueta. Mister Proper le mira sorprendido.

MR. PROPER:
¡Cielo santo, pero si es Bill Bernbach, el Dios Padre de la publicidad moderna!

BILL BERNBACH:
Hola, Proper

MR. PROPER:

Ho… hola, dime ¿a qué debo el honor?

BILL BERNBACH:
Proper, he venido a encomendarte una misión

MR. PROPER:

¿Una misión?... ¿para mí?

BILL BERNBACH:
Si… (Durante unos interminables segundos, Bill Bernbach se le queda mirando fijamente con los párpados entornados, al más puro estilo Jesús Quintero) ¿Tienes un cigarro?

MR. PROPER:

Si, claro, sírvete.

Mister Proper le extiende su pitillera. Bill hace otra pausa dramática, pero esta vez, mientras fuma, o mejor dicho, mientras hace que fuma, porque a los espíritus les sabe lo mismo un Marlboro que uno de esos cigarrillos de mentira que venden en Ryan Air.

BILL BERNBACH:
Dime, Proper, ¿Cómo veis el negocio por aquí abajo?, porque desde arriba, el panorama es desolador.

MR. PROPER:

Hombre, un poco deprimente si que es…

BILL BERNBACH:
¿¿¿¡¡¡Deprimente!!!??? ¡Pero si es para suicidarse! Pongas la tele, abras un periódico o escuches la radio, el resultado es siempre el mismo: a los cinco minutos te entran unas ganas horribles de abrir el gas y cerrar las ventanas.

MR. PROPER:

Hombre, pero ahora está Internet, los móviles 3G, el Ipad…

BILL BERNBACH:
¡Vamos, no me hagas reir! Yo no hice la revolución creativa para que los profesionales del gremio acabaran haciendo concursitos en Facebook. No. Esto es insostenible. Ya está decidido. Hace falta un castigo ejemplar y tengo muy claro cual es: voy a desencadenar un nuevo diluvio.

MR. PROPER:

¿Quieres decir… como el Diluvio Universal?

BILL BERNBACH:
¿Universal? Ya me gustaría, pero no me está permitido. Yo querría inundar el mundo, pero sólo tengo circunscripción sobre el mundillo. No, será un diluvio puramente sectorial: agencias, anunciantes, centrales, medios, productoras, estudios de diseño, chiringuitos de comunicación modernosos… Hombre, como le he insistido mucho, el Altísimo me ha permitido incluir excepcionalmente entre las víctimas a todos esos tíos que piden dinero en los semáforos subidos en un monociclo y al pivot de Lituania que le metió una canasta de 3 a España en el último segundo.

MR. PROPER:

Bueno, y a todo esto, ¿cuál es mi misión?

BILL BERNBACH:

Pues es muy sencillo. La cosa es que quiero ahogar a los profesionales, pero no a vosotros, las inocentes criaturas que pobláis los anuncios. Vosotros no tenéis culpa de nada. Debéis sobrevivir. Y ahí es donde entras tu. Quiero que construyas un arca.

MR. PROPER:

¿Construir un arca?, ¿Yo? Pero si yo jamás he construido nada. Cada vez que los Reyes me traían un Lego me iba al Corte Inglés a cambiarlo por un set de maquillaje. Si lo único que he comprado en Ikea en toda mi vida son las galletas de canela esas que venden a la salida.

BILL BERNBACH:
Venga, venga, si esto no tiene ninguna dificultad. Ahora venden arcas hasta en fascículos coleccionables. Y si le das propina al quiosquero te la monta él.

MR. PROPER:

Si tu lo dices…

BILL BERNBACH:
Necesito que reúnas a todas las mascotas publicitarias que puedas y hagas una pareja de cada especie: el toro de Pipas Facundo con la vaca de Milka, la gallina de Avecrem con el gallo de Kelloggs, el conejo de Duracell con la conejita de Playboy, la manzana de Apple con Naranjito, los hombre Balay con las chicas Evax, el Vicepresidente de Coca Cola con la niña de Catalana Occidente…

MR. PROPER:

Vale, creo que lo voy pillando.

BILL BERNBACH:
De cada una de esas parejas surgirá una nueva dinastía de personajes publicitarios y así, podremos empezar de cero. Por supuesto, tu también debes elegir una hembra para formar una familia…

De repente, las sábanas de la cama se mueven. Bill Bernbach repara en ello y sonríe pícaramente a Mister Proper.

BILL BERNBACH:
Vaya, veo que ya has elegido, je je. Y dime, ¿quién es la afortunada?, ¿La Lechera, Anna de Codorniu, la gitana de Carbonell?

En ese instante, Mimosín se incorpora en la cama, con ojos somnolientos

MIMOSÍN:
¿Se puede saber con quién coño estás hablando a estas horas?

BILL BERNBACH:
(Lívido) Pero si es… Mimosín. Entonces… tu… ¡¡¡Eres gayer!!!

MR. PROPER:

Bueno, verás…

BILL BERNBACH:
Veo que la cosa es mucho peor de lo que yo pensaba. Debí haber escogido al Príncipe de Beuckelaer…

Y diciendo esto, desaparece

MIMOSÍN:

Anda, ven a la cama

MR. PROPER:

(Pensativo, mientras se acuesta) ¿Oye, tu has visto que vendan arcas en fascículos coleccionables?

Baja el telón