martes, 11 de mayo de 2010

CAPÍTULO 12. EL PASAJE DEL TERROR PUBLICITARIO

Sube el telón. Mr. Proper y Mimosín están en el exterior del Parque de Atracciones, ante una puerta encabezada por un cartel en el que leemos “Acceso exclusivo para empleados”. Por turnos, meten una tarjetita en una máquina de fichar y acceden al recinto. Aún no hay casi visitantes. Está amaneciendo.

Mimosín:

¿De verdad crees que ha sido buena idea aceptar este trabajo?

Mr. Proper:

Todo lo que nos ayude a pagar la hipoteca es una buena idea. Y yo ya estoy harto de fregar escaleras.

Mimosín:

No se, tengo la sensación de que nos vamos a arrepentir.

Tras una breve caminata entre montañas rusas y tiovivos, llegan a un edificio en forma de televisión destartalada. Un enorme rótulo nos advierte que estamos ante el “Pasaje del Terror Publicitario”.

Mr. Proper:

Aquí es.

Nada más entrar dentro de la instalación, se encuentran con un corrillo formado por otros personajes de los anuncios como ellos. Un individuo con pinta de encargado de planta de grandes almacenes les hace un gesto para que se sienten.

Jefe:

Adelante. Creo que ya estamos todos. Muy bien chavales, os explico la mecánica del trabajo. Es muy simple: la atracción consiste en un largo pasillo a oscuras que los visitantes recorren en grupos de ocho a diez personas. Todo lo que tenéis que hacer es ocupar vuestros puestos en el interior y esperar. Cuando lleguen hasta donde estéis, hacéis vuestro papel y santas pascuas. Que nadie sobreactúe. Se trata de dar un pequeño susto. La gente suele cagarse de miedo simplemente con veros, pero no queremos infartos ni lipotimias. Bien, ¿Alguna pregunta?

Tras unos segundos de incertidumbre, Cinecito se decide.

Cinecito:

¿Qué hacemos si la gente nos intenta agredir?

Jefe:

Vamos, vamos, eso no va a suceder. ¿Alguna cosa más?

Entonces interviene el Granjero de Espárragos Carretilla

Granjero:

Pues a mi me han contado que hace un mes, en la zona de mascotas históricas, unos niños se liaron a tirar estatuillas de la Sagrada Familia a Cobi y de la Giralda a Curro, el de la Expo de Sevila. Se ve que lo lanzar souvenirs se ha puesto de moda desde que a Berlusconi le arrojaron una miniatura de la Catedral de Milán.

Jefe:

Si, pero estas cosas ya no nos suceden. Ahora, para que los visitantes entren más relajados, antes de pasar les ponemos una sesión de vídeos de acciones de guerrilla, de esos que incluyen un porrón de resultados exitosos, con sus miles de amigos en Facebook y apariciones en el telediario de Antena 3. Tres o cuatro de esos les deja más sedados que un valium 10.

Cinecito:

Pues no se yo, creo que ayer, unas jubiladas apedrearon al niño de “Hola soy Edu, feliz navidad”.

Jefe:

(Perdiendo la paciencia) ¡No eran piedras, eran teléfonos de Airtel!

Mimosín:

(A Mr. Proper, que empieza a ponerse pálido) ¡Una lapidación con móviles de los 90! Eso tiene que doler.

Jefe:

Además, la cosa no habría llegado a mayores si el primo ese no se hubiera metido.

Mientras dice esto, señala al fondo de la sala. Y allí, junto a la puerta, en una silla de ruedas, con un collarín en el cuello, vemos al Primo de Zumosol.

Jefe:

Hombre, el chaval está fuerte, pero contra diez ancianas armadas con muletas no había nada que hacer.

Mister Proper no necesita oír más. Cogiendo a Mimosín del brazo, se levanta y se dirige a la salida.

Mr. Proper:

Nos vamos. Tenías razón. Esto no era una buena idea. Prefiero sacar brillo a las escalones.

Mimosín:

(Suspirando) Esto de la publicidad cada día se pone más duro.

La puerta se cierra a sus espaldas. Baja el telón.

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