Sube el telón. Estamos en el dormitorio. Mimosín trata de dormir. Mister Proper tiene el último ejemplar del Shangai en las manos, pero no lee. Mira al techo fijamente. Se le ve preocupado. Pasados unos instantes, el osito suspira largamente y se quita su antifaz de noche.
Mimosín:
(Resignado) ¿Se puede saber qué te pasa?
Mr. Proper:
Estoy asustado. Ya sabes, por lo de Cannes.
Mimosín:
¿Qué pasa con Cannes?
Mr. Proper:
Lo de todos los años. Llega el Festival, los creativos van allí, ven un montón de cosas nuevas y vuelven con la cabeza loca: (Impostando la voz) Señores, hay que cambiar de rumbo. Las marcas ya no pueden estar por encima del público. Tienen que ponerse a su nivel, meterse en la piel de los consumidores, bajar a la calle, vivir en la vida real. Mister Proper no puede seguir siendo el que ha sido hasta ahora. Debe ser un consumidor más, con sus mismos problemas y dificultades para salir adelante. A partir de hoy, Mister Proper será… ¡un inmigrante! Sí, un inmigrante de Europa del Este que no tiene más remedio que fregar suelos para poder mandar dinero a su familia y a su madre enferma…
Mimosín:
(Se anima) Si. Y entonces, le contrata un osito de peluche millonario. Millonario y un poco hijo de puta. Algo así como el Berlusconi de los ositos de peluche. Y como el inmigrante está como un tren de alta velocidad, el osito no sólo le obliga a fregar el suelo, sino a hacer cada noche cosas sucias con él. Y una de esas noches, practicando la postura Carradine, se le va la mano con los juguetitos de sado y le corta un brazo al pobre inmigrante. Y en lugar de llevarle al hospital, tira el brazo a la basura y le echa de casa advirtiéndole que no cuente nada porque es un sin papeles y puede acabar en la cárcel. ¡Me encanta!
Mr. Proper:
Yo no le veo la gracia. Estos creativos son capaces de eso y más.
Mimosín:
Venga hombre, no se de qué te preocupas, si este año, con la crisis, a Cannes no van a ir más que cuatro directores creativos despistaos.
Mr. Proper:
¡Sí, pero es que esos son los peores! Los creativos de a pie ya han visto todas esas supuestas innovaciones publicitarias en Internet. Pero los directores creativos sólo entran en Internet para ver si alguien les ha pedido de amigos en Facebook. Y claro, todo lo que ven en la Croissette les pilla de nuevas. Dios mío, ¿y si este año la tendencia es la sinceridad?
Mimosín:
¿La sinceridad?
Mr. Proper:
Si. Imagínate: debemos decirle la verdad al consumidor. El marketing es una gran mentira. Mister Proper no es real, es un actor contratado. De hecho, para rizar el rizo de la sinceridad, no sólo vamos a contárselo al consumidor, sino que se lo haremos saber también al propio Mister Proper, que tampoco lo sabe. Igual que en El Show de Truman. Le haremos ver que toda su vida ha sido una farsa: lo de que el suelo se pone brillante en cuanto el cruza los brazos no es un superpoder, es un burdo truco de postproducción. Y ese oso de peluche con el que vive, es también un actor contratado. (De pronto, se queda pensando en lo que acaba de decir y se vuelve hacia Mimosín) ¿Tu no serás un actor, verdad?
Mimosín:
(Riéndose) Yo un actor, ¡qué cosas tienes, macho!
Nada más decir esto, Mimosín saca de un bolsillo una especie de bolígrafo plateado, como el “Neuralizador” de Men in black y se lo planta a Mister Proper delante de la cara.
Mira aquí.
Acto seguido, le propina un flashazo borrador de recuerdos. Mister Proper se queda unos segundos aturdido. Luego, se fija en el suelo y hace un gesto de desaprobación.
Mr. Proper:
Oye, ¿no crees que a este suelo le falta brillo?
Mimosín:
Desde luego. No se a que esperas para darle un repasito con la mopa.
Mister Proper se levanta con decisión. Mimosín suspira aliviado, se coloca de nuevo el antifaz y se vuelve a dormir. Baja el telón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario